El objetivo es quejarse de algunos clientes desconsiderados que no tienen inconveniente en dejar escapar flatulencias en el interior del taxi.
Este acto de mala educación no solo incomoda al taxista en el momento en el que se produce, sino que lo pone en un aprieto cuando recoge un nuevo pasajero que entra cuando aún permanece el desagradable olor y supone que el maleducado es el taxista.
01/08/2016